Artículo del referente de la Juventud Sindical, Federico Sanchez, publicado hoy en el diario Tiempo Argentino, en la página 14. Recomendamos su lectura, muy bueno!
“Lo otro es el sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios y las colonias de vacaciones” Amado Olmos.
En dos meses se eligen autoridades de la Central Sindical más importante en términos cuantitativos y cualitativos de la Argentina, la cual ha despertado el interés en diversos sectores de la sociedad como nunca antes en la historia del Movimiento Obrero.
El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, ha establecido un vínculo con sus representados que trasciende lo meramente sindical. Figura que ha protagonizado la vida política de nuestro país en los últimos 20 años, ha debido pagar el costo que determina la coherencia en la defensa de los intereses de los trabajadores: su fusilamiento mediático por parte de monopolios comunicacionales comienza cuando nadie se refería a éstos en esa forma. Quizás por haber sido el único en denunciar despidos masivos y prácticas antisindicales en el Grupo en el año 2000 con la complicidad del Frepaso y la UCR. La lucha del MTA contra la dictadura financiera, el rechazo de la CGT rebelde en el año 2002 a la política interna (devaluación asimétrica) y externa (ALCA) de Duhalde, la pelea del Sindicato de Camioneros por el encuadramiento de los trabajadores de las distribuidoras de diarios, el apoyo al proyecto de país comenzado en el 2003, la defensa del proyecto en 2008 ante el intento golpista por parte de la oligarquía, la masiva movilización del 30 de Abril de 2009 en la 9 de Julio cuando muchos propios hablaban de post-kirchnerismo, el apoyo a la Presidenta en Abril del año pasado con la marcha más multitudinaria desde el retorno de la democracia; son sólo algunos hechos que determinan la estigmatización que ha sufrido Moyano. Lo supo Néstor, lo sabe Cristina. La coherencia, la representatividad, la capacidad de conducción y la lealtad a los sectores más humildes tienen su costo.
Frente a Moyano sectores pertenecientes a las más rancias y amarillas prácticas sindicales, representada en dirigentes ligados íntimamente a la entrega de los 90 e inclusive dialoguistas con la última dictadura cívico-militar (mientras Ubaldini encabezaba una huelga general a Videla, Armando Cavalieri dialogaba con los genocidas) pretenden erigirse hoy como alternativa para conducir la CGT.
Sus críticas a Moyano se basan en su forma personalista de conducir la Central. Fueron estos sectores quienes en el 2008, a poco de asumir Hugo la CGT, la abandonaron y hoy hablan de “unidad” y “consenso”. Permanentemente en los últimos meses se han dado a la tarea de entorpecer los pasos institucionales que viene llevando adelante la Central para su renovación democrática de autoridades. Estos cuestionamientos a las formas y el personalismo refieren en el fondo a la proyección política que llevó a los trabajadores y a la CGT a acompañar en la calle desde el 2003 la restitución progresiva de los derechos perdidos a partir del 24 de marzo de 1976. Los sectores más amarillos fueron cómplices.
Misma disyuntiva es la que llevó a la CTA a un quiebre en el que aún hoy se encuentra encorsetada, solo que en esta Central hubo durante los 90 un mayor consenso respecto de la participación política del Movimiento Obrero.
Otros disimulan la complicidad con estos sindicatos amarillos detrás del argumento de querer un gremio industrial al frente de la CGT. Hay que recordar que esto no alcanzó para que en años 90 esos dirigentes, incluso cuando condujeron la Central, resistieran siquiera testimonialmente la traición y la entrega. Es llamativo que los llamados “Gordos” hasta hace poco furibundos antikirchneristas (“no voy a festejar el Día del Trabajador en un acto partidario” diría Lescano el 30 de Abril de 2009) tengan hoy dialogo fluido con buena parte del Ejecutivo y que la CGT no sea siquiera recibida para que se escuche su agenda. Creemos que la mejor conducción que puede tener hoy la CGT es aquella que siga planteando la demandas de todos los trabajadores argentinos, independientemente de su situación (ocupados formales, desocupados, empleados no registrados, tercerizados, etc.) lo que obliga a que la Central asuma un rol político. Es con sindicatos fuertes y dirigentes coherentes y representativos que se da la puja distributiva contra las patronales. Accionando en lo sindical y en lo político es como los trabajadores argentinos vamos a seguir abonando al Proyecto Nacional.
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