martes, 6 de marzo de 2012

COMUNICADO DE LA FRATERNIDAD


La Fraternidad, el gremio que nuclea a los conductores de trenes, por una “Política ferroviaria de Estado, Creación del Ministerio de Transporte y Ley Federal de Transporte, para que la regeneración ferroviaria pueda ser una realidad”.

Por la Comisión Directiva de La Fraternidad.
El tremendo accidente de la Estación Once que terminó con la vida de 51 personas y más de 700 heridos, puso en evidencia el fracaso definitivo del proceso de concesiones concretado en la década del 90.

El desguace experimentado por el ferrocarril y la absoluta falta de una política de Estado para su recuperación, plantean la necesidad histórica de la recuperación ferroviaria.

Todos los intentos por terminar con el “problema ferroviario” durante los últimos 50 años no han producido más que fracasos y desastres, con sus secuelas de muertos y heridos.

El accidente de Once es el tercero en la larga historia de la actividad ferroviaria nacional y el primero en la ciudad de Buenos Aires, por sus graves secuelas humanas. Se produce en la capital de la República, en su centro geográfico y en una estación emblemática donde comenzó el ferrocarril el 29 de agosto de 1857.

El deber del Estado es reconstruir el ferrocarril, porque el propio ferrocarril es una cuestión de Estado. Nadie ha hecho más por el desarrollo y la integración nacional que el ferrocarril. Su historia es la historia de cada ciudadano argentino y sus orígenes se confunden con el surgimiento del propio Estado nacional.

Su actividad ya no puede quedar librada a la falta de planificación y previsión o la acción de empresarios audaces sostenidos desde el propio aparato político estatal.

La investigación del accidente no debe estar dirigida solamente a identificar a los culpables sino a desenmascarar sus verdaderas causas.

La investigación se debe sostener sobre hechos y no sobre valoraciones o conjeturas subjetivas y oportunistas.

Los conductores de trenes hace décadas que soportamos sobre nuestras espaldas la calamitosa situación ferroviaria, somos los primeros en exponernos y en afrontar los riesgos más graves. Ningún maquinista quiere chocar o arrollar personas, menos todavía en formaciones sin protección adecuada.

Las formaciones del Sarmiento son de las décadas de 1950 y 1960 y más de 350 mil personas viajan por día en ese ramal. Cientos de miles de veces sus trenes frenan anualmente en cada estación del recorrido y casi todo el trazado se realiza a nivel con decenas de pasos a nivel vehiculares y peatonales. Todo ello en la zona más densamente poblada de nuestro país.

Sin embargo el ferrocarril sigue siendo insustituible, nadie ha podido con él y sus aportes a la comunidad argentina serán en el futuro más relevantes y significativos.

Requerirá de importantes inversiones y de una nueva legislación para que su reconstrucción sea efectiva y finalice el desguace, ahora con cuentagotas.

Pero para que ello sea posible el gobierno nacional y la sociedad deberán dejar atrás el neoliberalismo residual que todavía contamina todo, para que el ferrocidio de las últimas décadas de paso a un genuino y controlado proceso de regeneración ferroviaria.

Tenemos la inteligencia, la capacidad y la experiencia para desarrollar un ferrocarril del cual podamos enorgullecernos. Esta dolorosa realidad no la deberíamos desaprovechar, son demasiados los muertos y los daños ocasionados como para no hacerlo.

El foco deberá estar puesto en el interés público que es el interés de toda la comunidad. Los aportes del ferrocarril son allí invalorables, los mismos que el ferrocarril ha realizado al cabo de 156 años de actividad.

Los mismos que La Fraternidad sostiene desde hace 125 años:

Política ferroviaria de Estado, Creación del Ministerio de Transporte y Ley Federal de Transporte, para que la regeneración ferroviaria pueda ser una realidad.

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