El 17 de abril de 1944 se funda la Dirección General de Asistencia y Previsión Social para Ferroviarios. Según Decretos nros. 168 y 9694/44 (convalidado por la Ley 12.921) de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Su sede, en Avda. Independencia 2880, Capital Federal, luego se traslada a Avda. Entre Ríos 1948 (desde el 20-12-45). A partir de 1949 esta Sede Central se muda a Junín 222 y en su actual lugar, Avda. Independencia 2854 a partir de 1997.
Los preclaros objetivos de la institución remarcaban que, siendo de su exclusiva competencia la solución de todos los problemas de asistencia y previsión social que afecten al gremio, la nueva obra social aseguraba a los ferroviarios una atención médica que figuraría orgullosamente como la primera institución de América.
Los fines perseguidos en su creación y puesta en funcionamiento fueron edificar la nueva conciencia sanitaria sobre la majestad del concepto de cuidar preferentemente la salud, como el mayor bien de la tierra; y reconocer que el porvenir se enmarcaba en la Medicina Preventiva, y que por su segura senda se deberían encaminar sus pasos.
La obra social correspondía a la estructura ideal, en función de la que tanto lucharon los trabajadores para concretarla. Nacía así el sindicalismo múltiple, que comprende que el sindicato, explotando todos los recursos económicos que le posibilita el volumen de sus afiliados reunidos, debe abarcar todas las etapas correspondientes al ser humano desde su nacimiento hasta su vejez y otorgando los servicios necesarios, para que cada una de ellas se celebre con el alcance y la envergadura que significa la justicia social. Todo esto no tan sólo al trabajador, sino que extensivo a su familia.
El General Juan Perón determinó la donación de varias fracciones de la franja de Puerto Nuevo que fueron transferidos a la Unión Ferroviaria y a la Fraternidad a fines de la construcción del Policlínico Ferroviario Central, el cual comienza la atención en consultorios externos en 1952, y se inaugura definitivamente dos años después.
Paulatinamente, se abrieron centros asistenciales en el interior del país hasta llegar en 1996 a las 80 sedes propias con un total de 2833 camas y 766.882 afiliados.
Fue en ese año que se conforma el Instituto de Servicios Sociales para el Personal Ferroviario, el cual se transforma en 1997 en la actual Obra Social Ferroviaria.
En la década del 80, la ordenación demográfica de los ferrocarriles se redujo drásticamente, afectada por planes de racionalización y tecnología laboral, pasando de 220.000 a 97.000 en 1988.
En esa línea, las políticas de los años 90 generaron una mayor reducción de personal, con la consiguiente disminución de aportes, lo cual motivó a su vez la inclusión en el Programa de Reconversión de Obras Sociales en busca de un reordenamiento de toda la estructura prestacional.
Actualmente, la Obra Social Ferroviaria, es una obra social comprometida con la atención de la salud de la población ferroviaria, direccionada por el ideal de solidaridad, innato en el gérmen de esos hombres que lucharon denodadamente por su creación.
Desde aquí, felicitamos a sus autoridades administrativas, a los profesionales, y a los trabajadores que, en conjunto, se prodigan con amor y eficacia en pos de la salud de todos los
Los preclaros objetivos de la institución remarcaban que, siendo de su exclusiva competencia la solución de todos los problemas de asistencia y previsión social que afecten al gremio, la nueva obra social aseguraba a los ferroviarios una atención médica que figuraría orgullosamente como la primera institución de América.
Los fines perseguidos en su creación y puesta en funcionamiento fueron edificar la nueva conciencia sanitaria sobre la majestad del concepto de cuidar preferentemente la salud, como el mayor bien de la tierra; y reconocer que el porvenir se enmarcaba en la Medicina Preventiva, y que por su segura senda se deberían encaminar sus pasos.
La obra social correspondía a la estructura ideal, en función de la que tanto lucharon los trabajadores para concretarla. Nacía así el sindicalismo múltiple, que comprende que el sindicato, explotando todos los recursos económicos que le posibilita el volumen de sus afiliados reunidos, debe abarcar todas las etapas correspondientes al ser humano desde su nacimiento hasta su vejez y otorgando los servicios necesarios, para que cada una de ellas se celebre con el alcance y la envergadura que significa la justicia social. Todo esto no tan sólo al trabajador, sino que extensivo a su familia.
El General Juan Perón determinó la donación de varias fracciones de la franja de Puerto Nuevo que fueron transferidos a la Unión Ferroviaria y a la Fraternidad a fines de la construcción del Policlínico Ferroviario Central, el cual comienza la atención en consultorios externos en 1952, y se inaugura definitivamente dos años después.
Paulatinamente, se abrieron centros asistenciales en el interior del país hasta llegar en 1996 a las 80 sedes propias con un total de 2833 camas y 766.882 afiliados.
Fue en ese año que se conforma el Instituto de Servicios Sociales para el Personal Ferroviario, el cual se transforma en 1997 en la actual Obra Social Ferroviaria.
En la década del 80, la ordenación demográfica de los ferrocarriles se redujo drásticamente, afectada por planes de racionalización y tecnología laboral, pasando de 220.000 a 97.000 en 1988.
En esa línea, las políticas de los años 90 generaron una mayor reducción de personal, con la consiguiente disminución de aportes, lo cual motivó a su vez la inclusión en el Programa de Reconversión de Obras Sociales en busca de un reordenamiento de toda la estructura prestacional.
Actualmente, la Obra Social Ferroviaria, es una obra social comprometida con la atención de la salud de la población ferroviaria, direccionada por el ideal de solidaridad, innato en el gérmen de esos hombres que lucharon denodadamente por su creación.
Desde aquí, felicitamos a sus autoridades administrativas, a los profesionales, y a los trabajadores que, en conjunto, se prodigan con amor y eficacia en pos de la salud de todos los
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