Corta el aire sobre los raíles que han visto pasar el tiempo. Parece un tren cualquiera, pero en su interior guarda una sorpresa. En el primero y el último vagón sólo se permite la entrada a mujeres. Estamos en Yakarta, capital de Indonesia. Las autoridades de esta gigantesca ciudad, donde la mayoría de la población es de religión musulmana, han decidido crear vagones específicos para mujeres.
El motivo esgrimido es que esta separación pretende que "las mujeres se sientan más cómodas", ya que es habitual que muchos hombres aprovechen la corta distancia del vagón para abusar de las mujeres llegando incluso al acoso sexual. Pero Indonesia no es el único país que se ha sumado a iniciativas que, bajo la intención de proteger a las mujeres, son acaso pequeños parches de dudosa eficacia para acabar con el machismo enraizado en ciertas sociedades.
Desde Brasil a Israel
Los vagones para mujeres ya existen en muchos otros lugares del mundo. En México, el último vagón del metro es sólo para mujeres y niñas. EnBrasil, algunos vagones están pintados de otro color para que las mujeres sepan a cuál tienen que dirigirse para estar más tranquilas. EnBuenos Aires también existen estos reductos de tranquilidad para las mujeres que no quieran ser manoseadas.
Del otro lado del hemisferio, en Malasia, país mayoritariamente musulmán y conservador en sus costumbres, la compañía nacional de trenes también ha implementado estos vagones exclusivos. En Arabia Saudí, la distinción ha llegado a otro medio de transporte: unos taxis de color rosa conducidos por mujeres que sólo transportan al 'sexo débil'. En Israel existen autobuses para los ultraordoxos, llamados 'kasher': hasta 40 líneas segregadas en las que las mujeres no pueden sentarse al lado de los hombres.
Cabe destacar un último caso. En la India existen igualmente compartimentos separados. Se empezaron a utilizar por primera vez en 1992 aunque fue hace un año cuando el proyecto ganó peso, extendiéndose a cuatro grandes metrópolis (Nueva Delhi, Bombay, Chenay y Calcuta). En un país donde la mujer sí parece haber ascendido hasta la cúspide política - Sonia Ghandi es la presidenta del Partido del Congreso Nacional, pero también están la ministra de Exteriores, y la de Transporte- las mujeres denuncian que los hombres las acosan entre la muchedumbre y la mayoría acoge con buenos ojos esta iniciativa. Sin embargo, la eficacia de estos compartimentos cerrados quedó en tela de juicio hace algunos días, cuando dos hombres irrumpieron en uno de esos vagones y lanzaron ácido a las mujeres que viajaban en él, causándoles graves quemaduras.
Preguntas sin respuesta
Y, ¿qué opinan las mujeres? "Los hombres se toman más libertades de las adecuadas", comentan las pasajeras en Distrito Federal. Parece extendida la idea de que ahora las tratarán mejor. Aunque sí reconocen que "queda mucho por hacer".
En todos los trenes siguen manteniéndose los vagones mixtos. Y por supuesto siguen circulando autobuses para ambos sexos. Se promocionan estos vagones exclusivos diciendo que tienen más comodidades, baños para las mujeres, incluso se ha contratado a guardias mujeres para la vigilancia. ¿Por qué no se ha empleado ese gasto en reforzar la seguridad en los trenes mixtos?
Pero no són las únicas preguntas: ¿Qué le ocurrirá a la valiente que se atreva a viajar con los hombres? Si las mujeres que se se sienten acosadas viajan en la zona aislada, puede que las actitudes reprochables por parte de algunos hombres se extiendan todavía más en los vagones mixtos.
Por mucho que se dé publicidad a estas iniciativas aparentemente protectoras, en todos estos países la mujer sufre el acecho de la desigualdad. Y los trenes a ninguna parte no siempre acortan la brecha entre hombres y mujeres. En México la cifra de asesinatos de mujeres y violaciones ha aumentado en los últimos meses. En India los crímenes de honor siguen poniendo de manifiesto la existencia de una sociedad de castas ancestral y primitiva. En Malasia, país musulmán, las mujeres no pueden llevar la cabeza descubierta ni tampoco pintarse los labios. Lo único que ha cambiado con los trenes, falsos emisarios del progreso, es que ahora la mujer tiene un lugar en el que refugiarse: un vagón sólo para ella.
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