El incidente ocurrió ayer la mediodía en Ramírez sur, cuando la formación regresaba de Colonia Avellaneda. La mujer que conducía el Clio dijo que no vio al uniformado y también que se asustó
Solo fue un susto, chapas dañadas y el enojo de los pasajeros con una conductora. Sin embargo, llama la atención cómo ocurrió el incidente en el cual se percibe una maniobra imprudente de la persona que iba al frente del vehículo.
Ayer al mediodía se registró un accidente en avenida Ramírez y las vías, en la parte sur de Paraná, donde por motivos que se investigan la formación ferroviaria de pasajeros que venía desde Colonia Avellaneda hasta la capital entrerriana fue colisionada por un Renault Clio. Este vehículo transitaba en dirección hacia el centro de la ciudad cuando se produjo el choque.
El tren, como es habitual al llegar a un cruce de calle, hace sentir su aproximación con la potente bocina y si a eso se suma la existencia de un policía que con señas evidentes alertó de la llegada de la formación, es para analizar el motivo de la colisión en uno de los costados de los vagones.
El maquinista explicó a UNO que se tomaron todos los recaudos, no solo por la velocidad reducida, sino que se hizo sonar la bocina. Pese a esto, apareció el auto y los embistió.
Gabriela Castillo hizo saber a UNO que es responsable de no haber visto para sus costados si venía o no una formación ferroviaria, pero aclaró: “Me sorprendió el policía que de golpe comenzó a hacer señas que nunca le entendí, me asustó por la situación y cuando vi el tren es como que no pude hacer mucho”.
El transporte ferroviario se movilizó algunos metros enganchado con el auto, y tras frenar los ocupantes bajaron presurosos para saber cómo se encontraba la conductora de 34 años, que pese a estar shoqueada por el incidente, no tenía golpes de importancia.
El jefe del Comando Patrulla, Cristián Medrano, destacó a UNO que el policía casi fue embestido por el auto, por lo que ahora Criminalística analizará la maniobra.
Enojo con agresiones
Los que no ocultaron su malestar fueron algunas de las docentes que iban en el tren. Se bajaron y comenzaron a gritarle a la conductora para hacerle saber que iban a llegar tarde por la maniobra imprudente.
Castillo admitió que escuchó gritos, pero no les dio demasiada importancia frente al problema suscitado por el choque.
En el lugar existen dos barreras de maderas, antiguas y llenas de malezas en sus bases que revelan el paso del tiempo. Las mismas por el momento no funcionan porque se encuentran aseguradas en sus manijas con cadenas, pero además no cuenta con el mecanismo adecuado que permita subirlas o bajarlas.
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