lunes, 13 de mayo de 2013

VIEJOS VAGONES USADOS COMO HOTELES



Tres complejos en la provincia de Buenos Aires proponen antiguos vagones de tren reciclados como alojamiento invitan a soñar con un viaje imaginario en ferrocarril.
Los amantes de los trenes, los que siempre sueñan con subirse a un antiguo vagón y dejarse llevar a un gran viaje..., aunque sea sentimental e imaginario, tienen buenas alternativas. En la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Bavio, Baradero y Lobos, antiguos vagones se ofrecen como curiosos alojamientos para escapadas originales. No se duerme ni en camarotes ni en literas, y ya no se siente el placentero traqueteo. Los vagones están reciclados casi como cabañas, muy bien equipados y con todas las comodidades, pero con ese encanto que sólo los trenes transmiten también sin correr por las vías, informó la periodista Adriana Ventura para el diario La Nación.

Los Dos Vagones

Bavio

El tren hace más de 30 años que no pasa por la pequeña localidad de Bartolomé Bavio, en el partido de Magdalena, a 100 km de Buenos Aires, pero todavía es posible subirse a un vagón y embarcarse en un placentero viaje directo a la tranquilidad del pueblo.En el campo de 21 ha que compró Miriam Gattari hace más de 10 años había dos vagones de tren muy antiguos. Eran del dueño anterior y ahí quedaron, junto con una casa abandonada y deteriorada, y un galpón. Miriam tardó unos años en decidirse hasta que se agotó de la vida urbana, dejó su cargo de gerente en una empresa farmacéutica y decidió que el mejor remedio era irse a vivir al campo.

No tuvo dudas, su nuevo proyecto de turismo rural, que hacía años soñaba, se iba a llamar Los Dos Vagones y esos antiguos trenes serían algo así como el alma del lugar. "Cuando me enteré de que el campo tenía estos dos vagones enseguida pensé que eran ideales para usarlos de alojamiento y recibir turistas", cuenta Miriam.
Los vagones cayeron en su poder casi de casualidad, pero su vida siempre estuvo vinculada con los ferrocarriles. Sus dos abuelos, Domingo y Miguel, fueron empleados ferroviarios y en sus recuerdos de la infancia siempre está presente el tren. Los vagones estaban en muy buen estado porque el dueño anterior los usaba como vivienda cuando iba de vacaciones al campo, así que sólo tuvo que pintarlos y decorarlos.
Ahora cada vagón es como una pequeña casa con dos dormitorios, baño y cocina-comedor con todas las comodidades para descansar en el campo, incluso, aire acondicionado, Wi-Fi y DirectTV, y reciben hasta seis personas cada uno. Afuera, una galería para cada vagón, con asador propio, hamacas paraguayas, reposeras y próximamente deck de madera.
"Son dos vagones de madera que se utilizaban para carga, que tienen 10 metros de largo y 3 de ancho. El antiguo dueño los compró en la estación de Gonnet al Estado y los instaló como vivienda", explica. Ella recicló la casa, su actual vivienda; construyó piscinas y solárium, y ofrece la posibilidad de alojarse en los vagones y disfrutar del campo y las actividades típicas de la vida rural, como granja y paseos a caballo. También se puede ir a pasar el día, en otro sector del campo.

Aquellos Viejos Vagones

Baradero


"Un día mi mamá se apareció en el campo con dos antiguos vagones comprados en un remate", recuerda Ignacio Vieites, encargado ahora de Aquellos Viejos Vagones, un complejo muy ferroviario, en la Colonia Suiza de Baradero, 150 km al norte de Buenos Aires.En el campo de tres hectáreas de la familia plantaban frambuesas, hacían mermeladas y todos los veranos las vendían en Villa Gesell, hasta que una inundación se llevó para siempre las frambuesas y tuvieron que buscar una nueva manera de obtener ingresos.
María Inés, la mamá, que tenía un familiar amante de los trenes y que le había transmitido todo ese amor cuando era chica, siempre había soñado con tener vagones en el campo, así que cuando en 2001 se enteró del remate se lanzó de cabeza sobre los trenes, sin contarle nada a nadie. Compró dos viejos vagones de carga que datan de 1854, que estaban en la estación Victoria del ferrocarril Mitre. Miden 13 metros de largo y 2,80 de ancho.
"Estaban completamente vacíos y deteriorados, así que todos pusimos manos a la obra, los reciclamos y los convertimos en vivienda", cuenta Ignacio. Pero la familia se agrandó. Después compraron tres vagones más, que también reciclaron y sumaron a la propuesta turística.Cuatro de los vagones tienen ruedas y están sobre rieles, que consiguieron en estaciones viejas y desarmaderos.
Quisieron adquirir más, incluso averiguaron por los viejos vagones de la línea A del subte, pero fue imposible, no se consiguen más. Los vagones están equipados con baño, cocina, dormitorio y todas las comodidades para disfrutar del campo. Ignacio los cuida como una reliquia: "La madera es muy antigua, se desgasta con lo años y hay que mantenerlos muy bien; todos los años los volvemos a pintar ".
Además de la propuesta nostálgica de dormir en un tren, el campo es como una escuela de preservación del medio ambiente. "Como estudio ciencias ambientales, trato de aplicarlo en el campo. La idea es ampliarnos como centro educativo. Tenemos una huerta orgánica, una granja y hacemos tratamiento de residuos", cuenta
Los turistas pueden cosechar verduras de la huerta y participar de las actividades de la granja, además de descansar, por supuesto.También planea abrir un restaurante de comida elaborada con materia prima de la huerta orgánica y de la granja. Por ahora, los pasajeros pueden pedir comida casera con productos del lugar, como pollo a la parrilla.

La Estación

Lobos


La madera de los interiores del vagón de pasajeros del complejo ferroviario La Estación, en Lobos, es lo primero que llama la atención. Todo brilla, el lustre es impecable del piso a la mesa del living y las ventanillas. No hay detalle que haya quedado descuidado. La reconstrucción es impecable, con accesorios de época y mucho buen gusto. Cuesta asimilar que no va a empezar a traquetear por las vías, que es un exclusivo alojamiento con la vista fija en la pileta del jardín de esta quinta, a 100 km de Buenos Aires.
"Cuando lo trajeron estaba prácticamente destruido, era una chatarra, no tenía ni piso. Hasta me acuerdo que costó más el traslado que lo que papá lo pagó", cuenta María Florencia Di Santi. El vagón llegó al jardín de la casa de fin de semana de la familia hace casi 10 años. "Entró directo desde la ruta, pasando por los jardines de los vecinos a bordo de un camión. Todo el barrio aplaudía", recuerda.
Era un vagón de pasajeros original, de la línea Belgrano, de 1938, de los primeros que se hicieron metálicos, construido en Tafí Viejo, Tucumán. Luego de un cuidado trabajo artesanal a cargo de un carpintero de la zona lograron ponerlo a punto para recibir turistas hace dos años. Ahora es un lujoso ambiente para seis personas, con dos dormitorios, gran baño y living comedor.
En el jardín además hay otro vagón, más pequeño, más íntimo, para dos personas. Era un furgón postal que corrió por el país transportando paquetes en el ferrocarril Mitre, que data de la década del 40. También lo recuperaron como un monoambiente para parejas. "Siempre tuve pasión por los trenes. Cuando construí la casa la hice con forma de estación de campo; me hubiera encantado que se parezca a la de Retiro, pero no nos alcanzaba el dinero", bromea Leandro Di Santi, autor del proyecto.
La Estación es la casa de la familia, con estilo, adornos y luces típicos de estaciones de tren, pero mucho más convencional, a pocos pasos de los vagones. Ofrecen el servicio de alojamiento como quien alquila una cabaña, sin servicio de gastronomía, pero con todas las comodidades para disfrutar del gran jardín, la piscina y hacer asados en las parrillas.

Rincón Soñado, en Sierras Bayas

En el partido de Olavarría vive el último romántico, según él mismo se define, bastante más en broma que en serio. Lo cierto es que Sergio Randazzo es una especie de Fitzcarraldo en un pueblo que procura ganarle un poco de espacio a la minería y dedicárselo al turismo: Sierras Bayas.

Mientras sueña con conseguir una carreta de gitanos y hacer un islote en un parque energético dentro de su predio, Randazzo construyó una estación de trenes junto a vías que no existían y a un vagón que debió subir hasta lo más alto de su terreno. Allí, muy pronto, tendrá un restaurante con vista inmejorable del valle y la Colonia San Miguel, a lo lejos.
Con antesala, sanitarios y espacio para una inmensa cocina con fogón, la estación contará también con un salón comedor para 200 comensales. Pero el lugar principal del restaurante será un vagón de 1946, que él restaura mano a mano con su hermano Fabián, socio de la quijotada. Ambos trabajaron como operarios en una fábrica y comenzaron a dedicarse al turismo cuando encontraron el terreno que hoy es un complejo de cabañas.
En ocho meses levantaron la mayor parte de la estación, cuyo diseño está basado en una foto vieja de una terminal de trenes madrileña. El vagón había sido restaurado en Tafí Viejo y llegó remolcado hasta Sierra Baya, en una aventura rutera inolvidable para los hermanos. El predio cuenta con otro vagón, más pequeño, que utilizarán como salón privado, y una máquina de 1907.

"Pensamos en crear algo distinto para atraer a la gente", explica Sergio, cuya hija chef lo asesora en la construcción de la cocina, inmensa para comodidad de los cocineros, ayudantes y bacheros. Rincón Soñado (www.rinconsoniadosb.com.ar) tiene, además de las cabañas y habitaciones -para dos a seis personas, en una casa de 1907 también reciclada-, dos piscinas para que los visitantes y la gente de la zona puedan pasar la tarde en verano. La entrada incluye estacionamiento y el acceso a los sitios verdes. También ofrecen espacios para fogones, sombrillas y reposeras. En el lugar funciona una proveeduría.
Sierras Bayas se encuentra a 20 km de la ciudad de Olavarría, por la ruta provincial N° 226, en dirección a Azul.

Datos útiles
Los Dos Vagones


Bavio. Está en el kilómetro 90 de la ruta provincial 36, en Magdalena. Se ingresa al campo por un camino de tosca y conchilla de 3 km.
Tarifa: estada para dos personas por dos días. Una noche en fin de semana, de sábabo a la mañana a domingo a la noche: $ 900. Incluye alojamiento con desayuno, room service, mucama, uso de instalaciones. Cuatro pasajeros, $ 1500. Seis pasajeros, $ 1800.
Día de campo: de 12 a 18, con reserva previa. Incluye asado con bebidas, merienda y actividades recreativas, como caballos, juegos, paseos, bicis, etcétera. Tarifa: $ 180 por adulto y $ 90 por cada menor de 3 a 12 años.

Informes: 011 15 4971-5759 y 0221 15 4779977; www.losdosvagones.com.ar

Aquellos Viejos Vagones

Baradero: está a 150 km de Buenos Aires. El campo de Aquellos Viejos Vagones está en Alejandro Barbich 1255 (muy cerca de la RP 41).
Tarifas: una estada de fin de semana para dos personas desde el sábado a la mañana hasta el domingo a la tarde cuesta $ 550. Incluye desayuno. Para 4 personas, $ 650 y para 6, $ 800. Informes, 15 3335-7970 y info@viejosvagones.com.ar ; www.viejosvagones.com.ar

La Estació

Lobos. Cómo llegar: Calle 244 Nº 720, Lobos. Está a un par de cuadras del ingreso a la ciudad en una zona de quintas.
Tarifa: en el Vagón de Pasajeros: $ 450 en día de semana para 6 personas; $ 1250 de sábado a la mañana a domingo a la noche.
En el Vagón Postal, por día de semana $ 225; $ 350 por día de fin de semana.Informes: 15 2168-3599 y consultas@laestaciondetren.com.ar : www.laestaciondetren.com.ar

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