“Además, yo quiero homenajear a la gente de mi generación. Esa gente estaba para grandes cosas. Cuando veo a Vaca Narvaja vestido de gomero, a Perdía mendigando un puestito público, y a Firmenich autoexiliado en democracia, me dan asco. Ellos le faltan el respeto a los muertos. Yo me puse en la cabeza que mi mejor homenaje es tener éxito, demostrar que en esa época quisimos hacer la revolución y hoy podemos ser empresarios o multimillonarios…”
“Galimberti. De Perón a Susana, de Montoneros a la CIA.”
De Marcelo Larraquy y Roberto Caballero.
La Argentina puede explicarse en algunas biografías. Si la historia es tiempo más algún sentido, el relato de una vida bien puede dárselo, o aportar algo para reconstruirlo y a la vez desmenuzarlo, desentrañarlo, des-ocultarlo como se dice. La vida de José Pedraza es una de esas. Tal como dijera alguna vez Horacio Verbtisky, cuando compartía pantalla con Lanata, “este cerdo inmundo es realmente deprimente y es una parábola de la Argentina”. Una historia de torsión, es, la de Pedraza, la tragicomedia del vendido vendedor, de entregado a entregador, de luchador a luchado, de combativo a combatido. Parecida, aunque con menos espectacularidad tarantina, a la que relata Galimberti en la cita de más arriba.
Pedraza nació en Deán Funes, Córdoba, en 1944. Su padre era ferroviario, y sostenía humildemente a una familia de ocho hijos. Cerca de los dieciséis años, Pedraza ya trabajaba en el Ferrocarril Belgrano. Su acercamiento a la política se dio a través de compañeros suyos del Partido Comunista, donde tuvo alguna participación, pero pronto derivaría hacia el peronismo, durante su activa militancia sindical en la CGT de los Argentinos. La CGTA fue creada en 1968, durante el gobierno de Onganía, en oposición al vandorismo, congregado en la CGT Azopardo. Augusto Timoteo Vandor, Secretario General de la UOM, había planteado un pacto con la dictadura y planeaba su “peronismo sin Perón”, mientras que la CGTA, cuyos máximos dirigentes eran Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, ejercía la resistencia frente a la intervención de los sindicatos, los despidos masivos y la represión del régimen, y fue la que impulsó, en 1969, el Cordobazo. Ese mismo año, Pedraza fue preso durante el Estado de Sitio que Onganía había dictado frente a un frustrado golpe planeado por militares peronistas, y se pasó una temporada en Devoto, compartiendo celda con, entre otros, Rodolfo Galimberti.
Como dirigente sindical en los ’70, decididamente dentro del peronismo, fue acumulando fuerzas aliado a Lorenzo Pepe, figura central de la Unión Ferroviaria hasta la intervención de Onganía y que tenía una relación personal y muy estrecha con Perón. De la mano de Pepe, Pedraza comenzó a relacionarse con el cervecero Saúl Ubaldini, y así llegó a integrarse a “la comisión de los 25”, el nucleamiento sindical que convocó a la primera huelga general contra la última Dictadura Militar, el 27 de abril de 1979. Ese mismo grupo luego fundaría la CGT Brasil, que tuvo un papel preponderante para la vuelta de la democracia, protagonizando una movilización brutalmente reprimida, el 30 de marzo de 1982.
En 1985, Pedraza fue elegido Secretario General de la Unión Ferroviaria por la Lista Verde, con un gran apoyo del aparato del PJ en todo el país, proporcionado por Lorenzo Pepe, que ya era Diputado Nacional. A fines de los ’80, Pedraza financiaría, a través de la Unión Ferroviaria, la publicación de la revista “Jotapé”, que gerenciaba Galimberti y que invitaba a conocer al caudillo que renovaría el peronismo y la Argentina: Carlos Menem.
No los voy a defraudar
La destrucción del sistema ferroviario argentino comenzó con el denominado Plan Larkin. El general Thomas Larkin había sido convocado por Álvaro Alsogaray, Ministro de Hacienda durante la presidencia de Arturo Frondizi, para elaborar un plan de renovación de los trenes nacionales, por cuenta y orden del Banco Mundial. La receta consistía en reducir sustancialmente el entramado ferroviario, deshacerse de las locomotoras a vapor y despedir a 70.000 ferroviarios. La medida venía por el déficit fiscal que atravesaba el gobierno, que se explicaba, entre otras cosas, por el costo que implicaba el sistema ferroviario estatal. Eso, sumado al boom de la industria automotriz, explicaba la “necesidad” de reducir el ferrocarril y privatizarlo. Frondizi nunca pudo aplicar el plan en su totalidad debido a la resistencia que ejerció la Unión Ferroviaria. En otro contexto, otro “plan Larkin” sí pudo ser aplicado. En 1991 el Gobierno de Menem comenzó a fragmentar y privatizar Ferrocarriles Argentinos.
Sin la anuencia y colaboración de la dirigencia de la Unión Ferroviaria, la privatización nunca hubiera podido hacerse. “Ramal que para, ramal que cierra” fue la excusa de Pedraza para aceptar las condiciones impuestas, porque, sabemos, todo se trata de cuidar la fuente de trabajo. La privatización menemista produjo una reducción notable del plantel de trabajadores, la eliminación de gran parte del trazado de vías, la tercerización de muchas de sus actividades, y la profundización del abandono del patrimonio ferroviario, que venía arrastrándose desde décadas atrás. Como el gremio se achicó, el control político de la Lista Verde sobre el sindicato fue total, gestionando, junto a las empresas concesionarias, los ingresos (de barrabravas, entre otros) y despidos de personal. Y no sólo eso, sino que la Unión Ferroviaria armó “cooperativas” para realizar trabajos tercerizados, y se quedó con el control del Belgrano Cargas. Claro que acá, “Unión Ferroviaria”, no es más que un eufemismo para mencionar a Pedraza y sus socios.
Nunca menos
El modelo ferroviario no cambió un ápice con la llegada del kichnerismo, y Pedraza revitalizó su peronismo, “no para obstruir, sino para construir” (Cristina dixit). Fue, Pedraza, hasta el asesinato de Mariano Ferreyra, un notable miembro de la “columna vertebral” (Aníbal dixit) del kirchnerismo. Con sus tensiones, probables enconos, roscas y disidencias, claro que sí. Pero fue sostenido sistemáticamente en su lugar. Ese tridente que conformó el Estado con sus subsidios, las empresas girando utilidades a sus subsidiarias y el sindicato cobrando excedentes por negocios que estaban a la vista de todo, pero todo el mundo, necesitaba un sostén político. De Vido, junto a Jaime y Schiavi, como funcionarios a cargo de la política ferroviaria, y Tomada, que mil veces recibió a los tercerizados, conocían exactamente el rol de Pedraza en todos sus negocios, y conocían perfectamente el accionar político dentro del gremio del tipo que ya vivía en Puerto Madero. Esos tercerizados fueron los que intentaron cortar las vías el 10 de octubre de 2010 para reclamar su incorporación a la plata permanente. Mariano Ferreyra los acompañó y resultó víctima fatal del escarmiento que Pedraza y sus comandados habían planeado, previa complicidad pactada con la Policía Federal, la empresa concesionaria y los funcionarios del área de Transporte.
Nunca más
La condena a quince años de cárcel para Pedraza es el corolario necesario, aunque no suficiente, de su trayectoria. Pedraza es la personificación extrema de un esquema perverso, que reactualiza lo peor de nuestra historia y lo peor del kirchnerismo, de esta década que se reclama “ganada”. Sí es cierto que una nueva institucionalidad y ciertas rupturas respecto de la tradición política nacional, permitieron que alguien como el susodicho fuera preso. Pero también fue este gobierno el que cobijó, alentó y se apoyó en personajes de este tipo. Para prueba de ello basta la conversación telefónica entre Tomada y Pedraza, a meses del asesinato de Mariano, que fue tenida en cuenta por el Tribunal en el juicio a los asesinos. Conversación, dicho sea de paso, que debió haber provocado la salida inmediata del “¡Ministro!” de su Ministerio. Ministro, dicho sea de paso, que fue premiado con la pre-candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2011 y recibió una asombrosa protección mediática de parte del periodismo militante, excepto honradas excepciones. La mismaprotección mediática que enseguidita después del asesinato de Mariano salió a buscar nexos entre Pedraza y el duhaldismo para despegar al gobierno popular.
Pedraza va preso y es, de alguna manera, un hecho de justiciahistórica, un cierre de la parábola deprimente. En poco tiempo comenzará el juicio por la tragedia de Once, lo que traerá una vez más a Pedraza a un zócalo televisivo o comentario radial, así como también reaparecerá, convocante y potente, la imagen de Mariano Ferreyra. Allí puede comenzar a cerrarse otra parábola deprimente y devastadora, la de la historia reciente de los trenes argentinos.
2 comentarios:
La corrupción fue desarticulada en la "unión ferroviaria" pero sigue enquistada en el gobierno,la prueba más tangible es que tomada siga ocupando el cargo de ,"ministro",las tercerizaciones no hubiesen sido posibles sin el consentimiento de tomada.muy buena la biografía!!!!
Continúa en pie el vaciamiento del ferrocarril en un clima de absoluto control de la patronal, persecución de los trabajadores y precarización con dirigentes y funcionarios de la secretaría de transporte que se han corrompido y han dilapidado fondos públicos, como ha sido demostrado en varias causas que son de público conocimiento y un gobierno completamente comprometido con los intereses de Roggio, Romero, Cirigliano y los de toda su mafia que está en la secretaría de transporte y se han dedicado a proteger y preservar las privatizaciones que el menemismo llevó adelante. Solamente hay que informarse sobre este particular y comprobar que aún existen entre 1500 y 2000 tercerizados en las distintas líneas ferroviarias, que reclaman su pase a planta y reincorporación, que cobran la mitad de sueldo que un ferroviario que está dentro del convenio y que muchos de ellos hubieran querido que la Unión Ferroviaria se pusiera a la cabeza de sus reclamos. Se ha destruido la carrera ferroviaria porque no hay capacitación y porque tanto los ingresos como los ascensos son una cuestión puramente clientelista que todos los compañeros sufrimos en carne propia después de más de 20 años en los que no se publican las vacantes que se producen en todo el ámbito ferroviario.La corrupciòn no ha sido desarticulada, sino que continùa en pie bajo la actual conducciòn de dirigentes-empresarios, defensores de un modelo de sindicalismo empresarial alejado de la masa obrera. Confío en el respeto al disenso que puede llegar a tener este blog, como para dar a conocer estos puntos de vista, para que los lectores puedan sacar sus propias conclusiones. Gracias.
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